gambas argentinas y en la piel de la selva

sábado, 23 de noviembre de 2013

gambas argentinas y en la piel de la selva

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Entre Barranca y el Cielo

Los hombres que habitan en las inmediaciones tienen el color del barro de la costa, como si también ellos hubiesen sido engendrados por el río.
El olor de esos ríos es sin par sobre esta tierra. Es un olor a origen, a formación húmeda y trabajosa, a crecimiento. Salir del mar monótono y penetrar en ellos fue como bajar del limbo a la tierra....Juan José Saer, El entenado, 3ª edición, Buenos Aires: Seix Barral, 2002.

Hace un año y medio, Jorge Molina presentaba en sociedad su trabajo Gambas. Así teníamos noticias, en imágenes, de una investigación y experimentación que el pintor filetero llevaba adelante, según parecía, desde hacía ya algún tiempo. Y de varias intersecciones que ese trabajo ponía en juego: cuerpos y pintura; pintura y fileteado; fotografía y movimiento y una miríada de objetos y paisajes urbanos rioplatenses.

En aquel momento, aceptando el convite, escribí que Jorge parecía buscar, casi como una obsesión, pero paradojalmente con una alegría de firulete, que no le es peculiar a tal sentimiento fijo, lo esencial que pulsa en las ciudades del Río de la Plata. Y que esa esencia, parecía haberla encontrado justamente en ninguna profundidad, sino en la superficie más cercana, las de los cuerpos en movimiento y la piel.

La búsqueda ciudadana de objetos y personajes recorría el camino que lo llevó hace muchos años a una vida en Buenos Aires, y, pese a que las reminiscencias rosarinas estaban allí presente, era la gran urbe porteña la que pulsaba con más vehemencia, como ámbito preponderante de su abundante pincelada creadora.

Pero ahora, en estas nuevas composiciones, “algo” pasó; y ese “algo”, para quien suscribe, no parece estar en la insistencia simpática de los recovecos, los personajes, las pasiones callejeras, escolares, barriales, musicales o murgueras, siempre sobre la convocante piel de los cuerpos generosamente femeninos, que cada uno de los que por acá pasen podrán detectar, por sí solos o en grupos.

Lo que parece emerger desde las superficies corporales ahora es la composición intensa de colores que cobran cuerpo en su revisita a las zonas litoráneas; efecto escópico ineludible que conecta la inmensidad celeste de una cuna de altura, que en su divisa límite se encuentra con el color barroso y barranquero. Mano que une otras manos en vuelo regional y domiciliario: la zona que reencuentra Jorge ahora y que nos convoca a visitar es la de la juntura de ese horizonte que no se pierde, como el mar que acecha al porteño, sino un horizonte que se alucina caricaturalmente “allá lejos”…en el Espinillo. Zona que tiene en Rosario un nodo de pulsación también vehemente; pulsación morocha, india y multimigratoria, con olor a río que sabe que su origen no termina nunca de exhalarse, y la peculiar dicción que la hace pensarse, aun sin mar, como un oximoresco litoral interior vivo.

Damian Kraus. São Paulo, primavera de 2011.

Damian Kraus es rosarino, psicoanalista, traductor castellano-portugués de doble mano y estudioso de la subjetividad contemporánea. Vive en Brasil hace más de catorce años